Por encima de todo, las clarividentes de primera clase se caracterizan por una característica: Normalmente, tienen una amplia cartera de clientes. Sus años de experiencia y preparación han ayudado a que su prestigio crezca como la espuma.
Además, por su modestia, las videntes buenas son reconocidas por esa clientela. Su popularidad no se les ha subido a la cabeza como maestras del tarot. Su objetivo final es apoyar a tantas personas como puedan. Es por eso que una gran vidente es capaz de empatizar al instante con su cliente. Este es el camino para usar el don de la clarividencia para servir a todos.
Si a todo esto añades la capacidad de tener el don que no hace necesaria las cartas para ver en el pasado y en el futuro de las personas, aquí tienes ya la combinación perfecta para saber si una vidente es buena de verdad.